¿Por qué no me quieres? (Partes 7 y 8) FINAL

Las dos últimas partes

Parte 7

La Peque no volvió a buscar a su hermano. Lo seguía amando, lo seguía deseando, pero no soportaba que la rechazara, así que optó por no acercarse a él.

Por las noches, en la oscuridad de su habitación recordaba como la besa, como la acariciaba. Lo tenía muy cerca, a pocos pasos, pero no la amaba. Amaba a Lisa. Luchaba por no levantarse e ir en su busca. Sabía que la volvería a rechazar.

Y por eso, sola, se acariciaba. Cerraba los ojos e imaginaba que sus dedos eran los dedos de él, la lengua de él. Pero no lo eran. Aún así conseguía tener un orgasmo. Pero un orgasmo vacío, que la ayudaba a dormir, pero que no la llenaba.

Días después, Lisa esperaba a Jesús en la cafetería de siempre. Aún faltaba un poco para que él llegara. Se fijo en una joven que la miraba furtivamente. Sus miradas se cruzaron y se sonrieron. La chica era muy guapa, y de repente, Lisa se encontró pensando en el pasado. Un pasado que le hacía daño. Un pasado que creía olvidado.

La joven se fue, pero antes de salir, la volvió a mirar. Al poco, llegó Jesús y Lisa se olvidó de todo. Ahora sólo estaba Jesús, su amor. Se tomaron un café, cogidos de la mano. Después de dirigieron a la casa de Lisa. Cuando se tumbaron en la cama ya estaban los dos desnudos.

Después de hacer el amor, Lisa estaba con su cabeza apoyada en el pecho de Jesús. Se acordó de la chica de la cafetería. Amaba a Jesús, y no quería que su pasado afectase a su relación, así que decidió contárselo.

-Jesús…

-Dime mi amor.

-Te …he mentido.

-¿Mentido? ..¿En qué?

-El otro día, cuando hicimos el amor por primara vez. Te dije que había tenido un par de novios. Es mentira. Tú has sido el primero.

-¿Entonces por qué me lo dijiste?

-Me preguntaste que por qué, con mi edad, era aún virgen.

-Pero eso no tiene importancia. Si no mantuviste ninguna relación anterior no pasa nada.

-Es que sí la tuve.

-Pues ahora no te entiendo, Lisa.

-Tuve varias relaciones antes que contigo, pero….no fueron con hombres. Fueron con mujeres.

Jesús se quedó callado un momento. No sabía que decir.

-¿Eres lesbiana?

-Eso creía. Los hombres no me atraían. La relación con mi última…novia, terminó muy mal. Pasé unos meses fatal, hecha polvo, y entonces, un día, me tiraste los libros al suelo. Y me enamoré de ti.

Lo abrazó fuerte. Temía que Jesús no lo entendiera, que afectase a su relación, o que incluso la dejara. Pero él también la abrazó.

-Lisa..te amo. Lo que fueras o seas no me importa. Lo único que sé es que te quiero.

La besó. El corazón de Lisa latía con fuerza. Aquel hombre era maravilloso. De verdad que lo amaba. Le vino a la mente la chica de la cafetería. Era tan guapa.

La mañana siguiente, mientras esperaba la llegada de Jesús, Lisa esperaba que la chica volviera. Pero no apareció. Se dijo que era mejor así. Se dijo que era una tonta. Que estaba empezando una relación con Jesús y no que podía pensar en nadie más.

Cuando Jesús llegó, se olvidó de todo.

Jesús estaba encantado. Las cosas con Lisa iban cada vez mejor. Y la Peque parecía que por fin había aceptado que su relación era imposible. Ya no venía a verlo por las noches, ni se titaba encima de él cuando lo veía.

Por una parte, sentía alivio. Pero por otra…quizás…lo echaba de menos. Los primeros días esperaba que ella apareciera por la noche en su cuarto, pero no lo hizo.

Ya no le hablaba tanto como antes. Por las mañanas salía más temprano que él.

Es mejor así, se dijo. Que poco a poco se olvide de mí. Que volvamos a ser sólo hermanos

Un miércoles, cuando Lisa ya se había olvidado de la chica, la vio entrar en la cafetería. Se miraron. Se sonrieron. Cuando comprobó que se acercaba a ella, su corazón le latió más fuerte.

-Hola – le dijo la chica.

-Hola.

-¿Me puedo sentar?

-Claro.

La chica se sentó. Las dos mujeres miraron.

-El otro día me mirabas – dijo la chica.

-Y tú a mi.

-Es que eres hermosa.

-Y tú eres preciosa.

-¿Cómo te llamas?

-Lisa. ¿ Y tú?

-Blanca.

-Encantado de conocerte, Lisa.

-Igualmente, Blanca.

-¿Vienes todos los días?

-Sí, aquí quedo con mi novio.

-Ah!, Tienes novio..

-Sí. ¿Tú?

-No. Ya no. Rompió conmigo.

-Lo siento.

-No pasa nada. Son cosas de la vida.

-Bueno, ya aparecerá otro. Eres muy guapa y los tendrás a tus pies.

-Jajaja. Puede, pero nunca cae el que una quiere.

-Bueno, la vida te da sorpresas. A mi novio lo conocí por casualidad.

Blanca miró su reloj.

-Uy, es tarde, me tengo que ir. A ver si nos vemos mañana.

-Adiós.

Como la vez anterior, cuando salía por la puerta, Blanca miró a Lisa. Las dos chicas mantuvieron la mirada.

A parir de ese día, se veían a diario. Hablaban y se reían. Cuando Blanca se marchaba, Lisa esperaba un poco más y llegaba Jesús. Casi siempre terminaban en su casa. haciendo el amor.

Un día, al despedirse, Blanca la besó en los labios y se marchó. Esta vez no la miró. Lisa se llevó los dedos a los labios. Aquel beso la hizo estremecer.

¿Cómo era posible? ¿Si amaba a Jesús porque no podía dejar de pensar en Blanca? Lisa estaba hecha un lío.

A la siguiente mañana, Blanca no apareció. Esperó y esperó, pero no vino. Cuando más tarde Jesús llegó, la notó rara.

-¿Qué te pasa, mi amor?

-Oh..nada, mi vida. Hoy estoy un poco depre.

-¿Ha pasado algo?

-No..no…No es nada.

Lo quería y lo estaba engañando, aunque sólo fuera con el pensamiento.

Luego, en su casa, mientras Jesús le comía el coñito, se preguntaba como sería que una mujer la volviera a lamer como le estaba haciendo Jesús. Se preguntó como sería sentir la lengua de Blanca lamiéndola toda. Y cuando se corrió en la boca de su amado, imaginó que era la boca de Blanca la que la hacía estallar.

Después del orgasmo se sintió mal. No estaba siendo justa con él. Para compensarle, le ofreció algo que él le había pedido varias veces pero que por miedo nunca se lo había permitido.

-Jesús…mi amor..¿Me quieres follar el culito?

-Pues claro que quiero, Lisa. Claro que quiero.

-¿Serás cuidadoso, verdad?

-¿Lo dudas?

-No.

Fue extremadamente cuidadoso. Primero se lo lubricó con la lengua, dándole agradables lametones, y luego con los dedos. Cuando se produjo la penetración, apenas notó dolor alguno, solo un agradable placer que iba en aumento.

Jesús estaba encantado. Por fin Lisa le ofrecía su lindo culo. Él había sido el primero en todo. Bueno, el primer hombre, al menos.

-Aggggg mi amor…. me gusta…tu polla en mi culito…

-Uf…lo tienes tan apretadito…

-Si llego a …saber esto…te lo pido antes…

La folló más deprisa, arrancándole gemidos de placer y haciéndola estallar en un fuerte orgasmo, coincidiendo con su cálida descarga.

-¿Te ha gustado mi culito?

-Mucho mi amor..Mucho.

-Y a mi que me lo hayas follado.

Blanca si que vino al día siguiente.

-Hola Lisa.

-Hola Blanca. ¿Por qué no viniste ayer?

-Lo siento. Estaba confusa.

-¿Por el beso?

-Sí.

-Me..me gustó mucho tu beso.

-Y a mi…Pero…

-¿Pero qué?

-Tú….tú tienes novio.

-Lo sé.

-¿Lo amas?

-Con todo mi corazón.

-Pues entonces lo nuestro no puede ser.

-Lo sé.

-No dejo de pensar en ti.

-Yo también pienso en ti, Lisa.

Ahora fue Lisa la que se acercó y besó a Blanca. Su labios se pegaron. Este beso fue más apasionado. Entreabrieron los labios y se lamieron con dulzura.

-Ven a mi casa, Blanca.

-¿No viene tu novio?

Lisa miró el reloj. Blanca tenía razón. Jesús estaba a punto de llegar.

-Sí, no tardará. ¿Quedamos para mañana más temprano? Tenemos que hablar.

-Vale.

Le dio la dirección y la besó, con pasión, antes de que se fuera.

Esperó con ansias que pasara ese día, que llegara mañana, para poder estar a solas con Blanca. Cuando oyó la puerta, su corazón casi se le sale por la boca.

Le abrió la puerta y no pudo resistirse a abrazarla y comérsela a besos. No llegaron al cuarto. En el salón estaban ya desnudas.

Lisa volvió a gozar de los besos de una mujer, de sus labios, de sus pechos. Su boca volvió a saborear aquel rico sabor de un sexo mojadito. Se corrieron las dos frotándose los coñitos la una contra la otra. Se volvieron a correr en un maravilloso 69. Lisa quería seguir y seguir, pero Blanca le dijo que tenía que ir a ver a su novio.

-Tienes razón…Blanca…¿Qué estoy haciendo? Lo amo tanto. Pero..creo que a ti también. ¿Y si se entera Jesús? ¿Y si lo pierdo? No podría soportarlo.

-Deje pasar un poco el tiempo, Lisa. Ya veremos que pasa.

-Estoy tan asustada.

-No lo estés. Todo saldrá bien.

-Eso espero.

Lisa tenía ahora dos amores. Por las mañanas hacía el amor con Blanca y luego iba a ver a Jesús, con el que también gozaba.

Cuando estaba con uno, pensaba en el otro. Los quería a los dos, no quería dejar a ninguno. No podía dejar a ninguno.

La situación la estaba destrozando. Luchando para que Jesús no se enterase. Escondiendo lo suyo con Blanca.

Llegó un momento en que no lo soportó más. Estando con Blanca, rompió a llorar. Blanca trató de calmarla, pero no lo logró.

-No puedo seguir así, Blanca. Me estoy volviendo loca.

-¿Quieres que…terminemos?

-Noooo no mi amor. Te necesito.

-¿Y a él?

-También.

-Pues entonces..díselo.

Lisa se quedó callada.

-A ti nunca te ha importado que lo vea a él.

-Sabía desde el principio que tenías novio. A mi no me has engañado nunca. Compartirte con él…me parece mejor que no tenerte.

-Pero ya no puedo seguir así, jugando a dos bandas.

-Entonces díselo. Si te quiere de verdad, lo entenderá.

-¿Tú crees?

-Sí. En el fondo es un hombre.

-¿Qué quieres decir?

-¿A qué hombre no le gustaría tener dos mujeres para él sólo?

-¿Te acostarías con él?

-Si es para poder tenerte a ti, sí.

-Blanca…eres maravillosa.

-¿Lo harás? ¿Le hablarás de mi?

-Sí. Es la única solución. Esta situación tiene que acabar, de una forma u otra.

-¿Cuándo?

-Hoy.

-Coño! ¿Tan rápido?

-No puedo más, mi amor. Y si existe la posibilidad de teneros a los dos, cuanto antes, mejor.

-Uf! Vale.

-Espérame aquí. Si todo va bien, lo traeré para que lo conozcas, y si va mal, te necesitaré.

-De acuerdo.

Cuando Jesús entro en la cafetería y vio a Lisa, enseguida notó que algo pasaba.

-Hola mi amor..¿Estás bien?

-Hola mi vida…Tengo que…contarte algo.

-¿Qué pasa?

-Primero quiero que sepas que te amo más que nunca. Que mi amor por ti no ha hecho más que crecer desde que te conozco, y que quiero vivir junto a ti el resto de mi vida.

Jesús estaba confundido. Él también sentía eso por Lisa. ¿Qué pasaba entonces?

-Ya sabes que antes que tú no hubo ningún hombre, sólo mujeres.

-Sí.

-Cuando te conocí creía que había dejado todo eso atrás.

-¿Y no es así?

-He conocido a una mujer.

Jesús se puso tenso.

-¿Cómo que has conocido a una mujer?

-Pues…que …he estado saliendo con una mujer..y contigo a la vez.

Él la miró con la boca abierta. Primero Blanca y ahora Lisa.

-No me mires así. Te amo con locura. Eres el hombre de mi vida.

-Pero vas con esa mujer también.

-Sí. A ella también …también la quiero.

-¿Cómo? ¿Qué la quieres?

-Ya se que es una locura. Pero..la quiero. Y te quiero a ti. Os necesito a los dos. No puedo estar sin los dos

Jesús estaba muy confundido. Lisa era el amor de su vida, y no quería perderla. Ella le dijo que lo amaba, que era el hombre de su vida, y sin embargo, también decía que quería a esa otra mujer. No sabía que hacer. No sabía que decir.

-Jesús, mi amor..No puedo elegir. Sí, si que puedo. Os elijo a los dos.

-Pero eso no es posible.

-¿Por qué no?

-Pues por que…

Él no soportaría una nueva pérdida. No soportaría perder a Lisa. La cogió de la mano.

-No sé que decir. Sólo sé que te amo y que no quiero perderte.

-Mi amor, ni yo perderte a ti.

-Ni a ella.

-Ni a ella.

-¿Qué propones? Que hagamos turnos para estar contigo?

-No. Eso llevo haciendo días y me estaba destrozando.

-¿Entonces?

-No lo sé. No lo sé. Quizás si la conoces la llegues a apreciar.

-¿Conocerla?

-Sí. Está en mi casa, esperando para conocerte o para consolarme si me dejas.

-No quiero dejarte. Te amo demasiado.

-¿Entonces?

-Entonces…tendré que conocer a esa mujer

-Uf, que raro es esto, mi amor.

-Ya lo creo.

Cogidos de la mano se dirigieron a la casa de Lisa. Ella estaba muy nerviosa. ¿Y si no se caían bien los dos?.

Abrió la puerta y se dirigieron al salón. La chica los esperaba sentada en un sillón.

-Mi amor, esta es Blanca.

-Hola Jesús

La sangre no corría por las venas de Jesús.

-PEQUE!!! ¿Qué significa esto?

-¿Peque? ¿Os conocéis?

-No se llama Blanca. Se llama María, y…es mi hermana.

La Peque, sentada en el sofá, los miraba a los dos. Una suave sonrisa se dibujaba en su rostro.

Parte 8

Lisa miró a la Peque. Luego a Jesús..¿Su hermana? ¿Era Blanca su hermana?

-¿Qué significa esto? ¿Qué pasa Blanca?

-No me llamo Blanca. Me llamo María. Y soy la hermana de Jesús.

Las piernas de Lisa le flaquearon y tuvo que sentarse.

-Peque! ¿Cómo has podido hacer algo así? – le gritó su hermano.

La Peque estaba muy tranquila.

-¿Que cómo? Lo hice por amor. Lo hice porque sin ti no puedo vivir. Lo hice porque te amo y es lo único que me importa.

Lisa seguía sin entender nada. Blanca..María..decía que amaba a Jesús. Pero si era su hermana!

-María, eso no te da derecho a jugar con nuestros sentimientos – le gritó su hermano.

-Nunca fue mi intención hacerles daño a ninguno de los dos.

-¿Cómo que no? Has tratado de que rompamos.

-Eso no es así, mi amor. No tenía otra salida. No podía soportar que me dejaras.

-Así que decidiste jugar con nosotros y reírte.

Al fin la tensión de María salió a flote y de sus ojos empezaron a caer lágrimas.

-Cuando rompiste con Blanca, fui yo la que te consoló. Fui yo la que estuvo contigo siempre. Fui yo a la que desvirgaste, a la que le hacías el amor una y otra vez. Fui yo la que te amó con locura. La que te amará siempre.

Jesús comprendió que parte de lo que había pasado había sido por su culpa. Por su debilidad. Nunca debió haber permitido que lo suyo con su hermana llegara tan lejos.

-Peque…siento haberte dado pie…pero…

-Ya sé que no me amas, mi vida. Que no me amas como amas a Lisa. Pero…no me importa. Sólo me importa estar contigo.

-¿Pero no entiendes que no puede ser?

-Cuando me dijiste que estabas saliendo con otra chica, y me rechazaste, quise morirme. Sufrí hasta lo indecible. Traté de buscar una solución, y sólo encontré una remota posibilidad. Tenía que intentarlo.

Lisa al fin habló.

-Blan..María..me..me has engañado.

-Lo siento Lisa.

-Cómo has podido..

-¿Amas a mi hermano, verdad?

-Con todo mi corazón.

-Pues así lo amo yo. Cuando me dejó por ti, sólo se me ocurrió una cosa. Él no me…no ama. – más lágrimas cayeron por sus ojos – pero puedo soportarlo. Lo que no puedo soportar es el no estar con él. Así que lo seguí y descubrí en donde os encontrabais. Empecé a ir antes de que él viniera. Era una remota posibilidad, pero era lo único que me quedaba. Me di cuenta de que me mirabas. Me di cuenta de que yo te atraía. Y me acerqué a ti. Nos hicimos amigas..y luego..más que amigas. Pero mi plan no salió tal y como yo quería.

-¿Por qué? Me parece que te ha salido perfecto – le espetó Jesús.

-Porque…Empecé a apreciar a Lisa. Hacer el amor con ella es..maravilloso. Comprendo que la ames. Mi idea era…ahora me parece una locura..mi idea era que yo le gustara a Lisa y que…las dos te tuviéramos.

La Peque miró a Lisa.

-Lisa…he llegado a ..quererte a ti también.

Jesús no pudo soportar aquello más y se fue. Las dos mujeres se quedaron solas. Las dos con lágrimas en los ojos.

-Confié en ti, María. Me has engañado.

-Sólo con mi nombre. Te juro que en lo demás no.

-Mientes.

-No te miento Lisa. Todo lo he hecho por amor. Mi hermano es lo que más quiero en este mundo. Sin él no puedo vivir. Pero él no me ama. Te ama a ti. Sólo podía estar con él si estaba también estaba contigo.

-Es..es una locura.

-Lo sé. Una locura de amor. Haría cualquier cosa por estar con él.

María cogió las manos de Lisa entre las suyas. Acercó sus labios a los de ella, y los besó. Lisa cerró los ojos y se estremeció. Eran los besos de Blanca, de María. De la hermana de su amado.

-Lisa….te quiero.

-¿Cómo sé que ahora no me mientes?

-Ahora ya no tengo que mentirte. Hasta hace pocos minutos tú amabas a Jesús y a Blanca. Habías traído a Jesús para que me conociera. Ahora ya sabes quién soy. Ahora te digo que yo…también os amo a los dos.

-Pero..esto es una locura.

-¿No es el amor una locura?

La volvió a besar. Esta vez Lisa le devolvió el beso. María llevó su mano su cara y la acarició.

-¿Le quieres mucho? – preguntó Lisa.

-No puedo vivir sin él.

-¿Y qué vamos a hacer, mi amor?

-Habla con él. Dile que…que lo que hice fue por él. Dile que me amas. Dile..dile que las dos lo amamos y que las dos lo necesitamos.

-¿De vedad que me quieres?

-Sí Lisa..te quiero.

Se fundieron en el beso. Abrieron sus labios y sus lenguas se lamieron la una a la otra. Sus manos empezaron a acariciar sus cuerpos. Las dos mujeres gemían.

-María…esto es una locura. Pero te amo. Y lo amo a él. Si hubieses sido Blanca y el no te hubiese conocido, hubiese querido que los tres estuviéramos juntos. Deseo que los tres estemos juntos.

De repente, la Peque se echó a llorar.

-¿Qué te pasa María?

-Lisa..él…mi hermano..mi amor..no…no me quiere. ¿Por qué no me quiere?

-Lo siento mi vida..pero el amor no se elije. Pasa. No se puede forzar.

-¿Me querrá algún día?

-Seguro que te quiere.

-Como hermana. Pero necesito que me quiera como mujer.

-Si de verdad me quieres a mí también, piensa que él quizás pueda llegar a amarte también a ti. Pensabas que él sería tu único amor, pero no es así ¿Verdad?

-Espero que tengas razón. Es cierto que nunca pensé en querer a alguien más ¿Me amará?

Lisa la abrazó con fuerza.

-No lo sé. De verdad que no lo sé. ¿Dónde crees que ha ido Jesús?

-Seguramente a mi casa.

-¿Estará sólo?

-Sí. Mis padres no llegan hasta la hora de comer.

-Vamos a hablar con él.

Las dos chicas iban muy nerviosas a hablar con el hombre amado. Llegaron a la casa y Lisa le preguntó que donde estaba el cuarto de Jesús. La Peque se lo dijo.

-María, espera tú aquí. Hablaré yo con él primero.

-Vale.

Se sentó en el salón, con el corazón en un puño. De lo que pasase en la habitación de su hermano dependía toda su felicidad.

Lisa llegó a la puerta y tocó. Jesús gritó desde dentro.

-Peque! Déjame. No quiero verte.

-Jesús, mi amor. Soy Lisa

-¿Lisa? Pasa

Ella entró. Jesús estaba sentado en su cama. Su rostro reflejaba su pesadumbre. Lisa se sentó a su lado y le cogió las manos.

-¿Cómo estás mi amor? – le preguntó Lisa.

-Siento mucho lo que ha hecho mi hermana. No entiendo como ha sido capaz.

-¿De verdad que no lo sabes?

-No.

-Porque te ama.

-Pero eso no le da derecho a jugar con tus sentimientos.

-Quizás no. Pero me pongo en su lugar. Si tú no me quisieras como yo te quiero a ti, haría todo lo posible por estar a tu lado.

-Es mi hermana. La quiero. Pero te amo a ti.

-Lo sé. Y ella también lo sabe. Y no le importa. Sólo quiere estar contigo.

-Todo es por mi culpa.

-Tú no tienes la culpa de que te ame. Ni de que tú no la ames a ella.

-Pero yo le di pie. Un día, borracho, me acosté con ella. Y a partir de ahí lo seguí haciendo. Sabía lo que ella sentía por mí, pero aún así seguí. Sólo por ..porque es preciosa y me gustaba acostarme con ella. Si hubiese sido fuerte nada de esta habría pasado.

-Pero ha pasado. Ella te necesita. Y…yo..también te necesito. Os amo a los dos.

-Esto es una locura.

-Cuando fuiste a mi casa a conocer a…Blanca, si no hubiese sido tu hermana ¿ qué hubiese pasado?

-No lo sé. De verdad que no lo sé.

-Estabas dispuesto a que ella formase parte de nuestra relación, ¿no?

-Sólo sé que te amo y que si eso significaba compartirte con ella, lo haría.

-Eso mismo me ha dicho ella.

-¿Tú estás dispuesta a eso?

-Cuando te llevé esta mañana a conocerla lo estaba. Que sea tu hermana no cambia nada.

-¿Y no será aún peor para ella? ¿No será alimentar aún más su amor hacia mí?

-Quizás. Pero ella lo desea así.

-Me temo que algún día me arrepienta si…si acepto.

-Nadie conoce el futuro mi amor. Sólo existe el ahora.

Jesús calló. El futuro. El ahora. El sabía que el futuro sí existe. Que se puede anticipar. Que se puede sabe lo que podría llegar a pasar. Que quería mucho a la Peque, pero que no la amaba. Y que quizás nunca lo hiciera. Lisa, y la misma Peque, le habían dicho que a ella no le importaba. Que sólo quería estar con él. Él amaba con todo su corazón a Lisa. ¿Y si Lisa no lo amase a él? ¿Querría estar con ella de todas maneras, sabiéndolo? ¿La necesitaría tanto que no le importaría nada con tal de estar con ella? Seguramente sí.

Lisa lo miró. Vio su lucha interior.

-Espera un momento, mi amor – le dijo ella

Lisa fue en busca de la Peque. Estaba en el salón. Se la veía nerviosa. La miró con cara asustada, como temiendo que le diera las peores noticias. Lisa le extendió la mano.

-Ven conmigo.

María cogió su mano. Lisa notó un leve temblor.

-Tranquila mi amor. Todo saldrá bien.

Entraron en la habitación de Jesús cogidas de la mano. Él las miró.

-Hola Peque.

-Hola Jesús.

La Peque estaba al borde del llanto. Lisa la llevó a la cama y se sentó junto a Jesús. María se sentó al lado de Lisa, que quedó en medio de los dos. Cogió una mano de Jesús. Con la otra, una mano de la Peque.

-Mis dos amores.

Miró a Jesús y le besó los labios. Luego miró a María y la besó, también en los labios.

-Os amo..Os necesito a los dos.

Se volvió hacia Jesús y lo besó, con más pasión. Ambos cerraron los ojos y se fundieron en un abrazo, cayendo sobre la cama. Lisa soltó la mano de María, que los miraba.

Miraba como se besaban. Como se acariciaban. Como las manos de su hermano acariciaron con dulzura los pechos de Lisa. Como Lisa gemía suavemente.

Una lágrima cayó por su mejilla. Había perdido. Casi sin fuerzas, se levantó con cuidado y se dirigió a la puerta. Su hermano no la quería.

-Peque!

Era la voz de Jesús. Con el corazón latiéndole con fuerza, se dio la vuelta y lo miró. Él tenía su mano tendida hacia ella. Lisa la miraba sonriendo.

-Ven Peque.

La pusieron en medio de los dos, y los dos la besaron. Los dos la acariciaron. Y los dos le hicieron el amor.

La Peque no podía ser más feliz. Deseaba que ese instante durase para siempre.

FIN

NOTA FINAL:

En muchos comentarios que han recibido las diferentes partes de la serie, me pedían que Jesús amase a la Peque, que dejara a Lisa. Que ella lo amaba y era ella la que se lo merecía. Todos esos comentarios, creo, han sido de mujeres. Sois más románticas.

Pero yo, por experiencia sé que no basta con amar. Por mucho que ames a una persona si no eres correspondido lo llevas mal. Esa persona te mostrará cariño, simpatía, todo lo que quieras, pero si no te ama no hay nada que hacer.

Puedes intentar que te ame. Y muchas veces pasa. El que persevera en su amor ante todas las cosas puede tener suerte. Pero si no pasa, como en el caso de la Peque, al final sólo encontrará sufrimiento.

La Peque es ahora feliz. Jesús ha aceptado, por amor a Lisa, que entre en su relación. ¿Pero qué pasará en el futuro? Lo más probable es que la pobre Peque envejezca, siempre deseando un amor que nunca llegue. Por ese amor no estará abierta a otras posibilidades. No tendrá hijos, y al final, aunque siga con Lisa y con Jesús, estará sola. Bueno, no sola del todo. Siempre tendrá a Lisa, que la ama como ella ama a Jesús.

-¿De verdad ama la Peque a Lisa? ¿O ha sido todo una maniobra para poder estar con Jesús?

Ya sé que soy algo pesimista, esa ha sido mi experiencia. Pero puedo estar equivocado. Quizás con el tiempo Jesús empiece a sentir verdadero amor hacia su hermana. No amor filial, sino el amor que ella quiere. Quizás la Peque al final gane completamente y sea feliz junto a los dos.

Eso nunca lo sabremos. Que cada cual que lea la historia elija el final que más le guste.

Acerca de abe21abe21
Escritor aficionado

2 Responses to ¿Por qué no me quieres? (Partes 7 y 8) FINAL

  1. Pues bay a que fue una my bonita historia apesar de see hermanos me gusto le pusiste romantisismo pasion ternura am or que barbaro yo e amado a una prima per no se si algun dia Ella me pueda very as . Bueno te felicito por Los relatos est an estupendos y si pudiera calificar yo creo que daria la mas Alta. Felicidades amigo

  2. arturo says:

    disculpa pero si al final habia aceptado jesus hacerlo con ambas creo que deberias haber relatado varios encuentros entre los 3 antes de finalizar el relato

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