La niña buena (partes 1, 2 y 3)

Me gustaría que solo fuera mi padre y que me haga de todo. Que yo sea una chica caliente, adicta al sexo, que sea provocativa, que siempre viste sexy (llegando a lo vulgar) que sea exhibicionista. que mi padre poco a poco se vaya dando cuenta de lo puta que es su hija, que comience a excitarse conmigo hasta que logre hacerme adicta a su sexo.
14 partes repartidas de 3 en 3

Hola a todos. Hace unos días envié un relato en dos partes, llamado la lectora. Parte de ese relato era real. La chica existe y fue ella la que me pidió el relato. Ahora es una amiga suya, Diana, la que me pide otro relato.

Diana, esta segunda amiga, como les comenté, también me ha pedido un relato con ella como protagonista. Yo le propuse un argumento y ella me respondió lo siguiente. Les transcribo el principio integro:

«hola pues me gustaría otro argumento. Algo de lo que se pueda hacer una pequeña serie…
bueno si es que estás de acuerdo jejejeje me gustaría que solo fuera mi padre
y que me haga de todo. Que yo sea una chica caliente,
adicta al sexo, que sea provocativa, que siempre viste sexy (llegando a lo vulgar)
que sea exhibicionista. que mi padre poco a poco se vaya dando cuenta
de lo «puta» que es su hija, que comience a excitarse conmigo
hasta que logre hacerme adicta a su sexo.
Algo que se me paso mencionar es que me gustaría que a mi personaje
le excite ser «usada y humillada» cuando tiene sexo, algo que también me encanta cuando
me cojen es que me dejen marcadas mis tetas jejeje y que me llamen por nombres como «puta, perra, zorra y cosas así».

Espero que lo puedas poner en el relato
jejej espero no ser muy «exigente» para este relato, pero confió en ti eres muy buen escritor
jejejeje y espero que tenga sexo muy fuerte jejeje
en resumen quiero que mi personaje sea una «bomba»
jejeje gracias y espero tu respuesta.»

Así que lo que van a leer es en respuesta a la petición de Diana. Va a haber sexo fuerte, más que en mis anteriores relatos. Aunque este tipo de sexo no es de mi preferencia, tampoco lo es el sexo gay y en una serie lo introduje ( jajaja, más bien el negro se la introdujo a .¿Cómo se llamaba el chico? Ya ni me acuerdo). Bueno, me dejo de rollos y vamos al grano.

La niña buena (1)

Diana era una buena niña. Su madre solía leer la Biblia y la había educado de una manera muy estricta. Iban a misa todos los domingos. y la hacía vestir siempre de una manera muy recatada. Su padre estaba orgulloso de ella. Era buena estudiante. Una niña modelo.

Pero Diana no era así. Era todo una fachada. Por dentro era salvaje, pura furia. Furia que llevaba 18 años atrapada por la beatonería de su madre, consentida por su padre. Todo iba el sábado, día siguiente de su 18 cumpleaños, el día de su mayoría de edad. Sus padres le dieron una gran fiesta. Vinieron sus amigas, tan buenas niñas como ella. Fue una fiesta agradable.

Cuando todos los invitados se habían ido, su padre, Valentín, se acercó a ella y le dio un beso en cada mejilla.

-Bueno, Diana. Ya eres oficialmente una mujer adulta. ¿Cómo te sientes?

Ella lo miró a los ojos como nunca lo había mirado.

-Me siento…libre

-¿Libre? ¿Libre de qué?

-Libre de mi misma. Ahora podré ser yo.

-Jajaja, Diana, mi amor. Qué cosas tienes! jajaja

La abrazó. Quería mucho a su buena hijita.

Diana no se rió.

Como no se rieron ni su padre ni su madre al día siguiente cuando la vieron aparecer para de desayunar. Su madre la miró asombrada. Aquella…cosa..no podía ser su hija. Ante ellos estaba una mujer vestida. Bueno, más bien desnuda. Con una falda tan corta que no parecía una falda. La camisa ajustada, con un amplio escote que resaltaba dos grandes pechos, sin sujetador, sin duda. Muy maquillada. Los ojos pintados de negro y los carnosos labios de rojo.

-Diana! ¿ Pero que demonios haces vestida así ? – le gritó su madre.

-Así es como voy a vestir a partir de ahora. Así es como siempre me habría gustado vestir

-¿Pero estás loca? Quítate esas ropas inmediatamente.

-No.

Era la primera vez que Diana le decía no a su madre. La dejó callada. Cuando pudo volver a articular palabra, miró a su marido.

-Valentín! Dile algo a tu hija.

-Diana, ¿Qué te pasa?

-Nada, papá. Llevo 18 años encerrada y por fin soy libre. Será mejor que se acostumbren, porque a partir de hoy me vestiré como me de la gana.

-Te prohíbo que te vistas así. Vete a tu cuarto inmediatamente y quítate esa ropa de..de…de puta!

-No.

Valentín sintió que la sangre le hervía en las venas. Levantó su mano y se dirigió con los ojos inyectados en sangre hacia su ‘buena hija’. Jamás la había pegado, pero este comportamiento era inadmisible. Quedó de pie junto a ella y levantó la mano para golpearla. Ella no se movió. No intentó taparse con las manos. Simplemente le miró a los ojos, fijamente. Habló, seria.

-Como me toques un sólo pelo, me largaré de casa y no me volveréis a ver en la vida.

Su padre se frenó de golpe. Vio en los ojos de Diana que hablaba en serio. Con la boca abierta por el asombro, dejó caer su mano. Esa no era su hija. Oyó el llanto de su mujer.

-Esta no es mi hija. Está poseída. Tiene el diablo dentro..oh..díos mío.

-No digas estupideces, mamá. No tengo ningún diablo dentro. Simplemente ahora soy mayorcita. Estoy hasta..iba a decir el moño. Pero no, estoy hasta el coño de fingir ser lo que no soy.

-Hija mía….no….no hablas tú…

-Sí hablo yo. Por primera vez en mi vida hablo yo.

La madre no lo aguantó más. Llorando salió corriendo a su cuarto.

-Ya se le pasará. Pero no creas que soy una mala persona. No lo soy. Esta es vuestra casa. Y si no me queréis, pues me lo dicen y ya está. Hago las maletas y me largo.

-Pero..Diana..claro que te queremos..pero ..queremos a la Diana de ayer. Quiero a mi niña buena.

-Jajajajaja

-¿De qué te ríes?

-De ti, papaíto. De ti. Quieres que vuelva la Diana buena, pero la Diana mala te pone la polla dura.

-¿Qué…?

Valentín se miró. No se había dado cuenta pero la polla se le había puesto dura y formaba un gran bulto en el pantalón. Su hija le había puesto la polla dura. Con aquellas ropas y aquella descarada manera de hablar parecía…..Se avergonzó de si mismo. Se tapó con las manos. Se puso colorado después de muchos años.

-Eres..Eres….

-¿Una puta?

-Sí. Eres una puta.

-No te equivoques, papi. A las putas tienes que pagarles. A mi, si quieres, me puedes follar gratis.

Valentín salió corriendo a su cuarto, con su mujer. Cuando se salía de la cocina, Diana se reía a carcajadas. Valentín llegó a pensar que su mujer tenía razón, que Diana estaba poseída.

Diana se preparó el desayuno y se lo comió tranquilamente, sonriendo. En el fondo sentía un poco de pena por sus padres. Los pobres se habían llevado un disgusto. Pero ya lo superarían.

Valentín se encontró a su mujer arrodillada, rezando. La abrazó, pero parecía ida.

-No te preocupes, todo se arreglará. Nuestra Diana volverá a ser la de antes.

-Esa no es Diana.

-Basta ya! Claro que es Diana. Pero está..confundida.

-Te digo que esa no es Diana.

-Como quieras. Pero no quiero perder a mi hija. No quiero que se vaya de casa. Si lo hace la perderemos para siempre.

Dejó a su mujer rezando. Diana estaba en el salón, viendo la tele, como siempre. Sólo que no era su niña buena, su Diana. Allí sentada había otra mujer. Se fijó que los pezones se le marcaban en la blusa. Admiró su amplio escote, sus grandes tetas. Por primera vez se dio cuenta de que su hija era una mujer preciosa, con un cuerpo de escándalo que aquella forma de vestir no hacía más que resaltar. Otra vez sintió como la polla se le ponía dura. Pero esta vez si que se dio cuenta.

Diana tenía los pezones duros porque se excitó cuando se dio cuenta que a su padre le había puesto la polla dura. Y se dio cuenta que ahora la estaba mirando, pero hizo como que no lo sabía.

Por supuesto, la nueva Diana no había salido de la nada. Llevaba una doble vida. Hacía tiempo que había dejado de estudiar, aunque sus notas no sólo no bajaron, sino que subieron. Sus maduros profesores cayeron muy fácilmente en sus redes. No se pudieron resistir a la belleza de la chica. Y a ella le encantaba provocarlos hasta que no podían más y se la follaban salvajemente. Más le costó con matemáticas, porque era una profesora y no un profesor. Pero al final también fue suya. Su padre la felicitó por el diez que sacó en mates. Sólo le costó comerle el coño a la profe un par de veces.

Pero ya se había cansado de la doble vida. Ahora iba a ser la Diana ‘mala’.

Su padre seguía mirándola a escondidas. Le gustaba que la miraran. Y que el espectador fuera su padre le daba mucho morbo. Se empezó a acariciar las tetas sobre la blusa. Cerró los ojos y gimió, alto para que él la oyera. Abrió sus piernas, y sus blancas braguitas quedaron a la vista de Valentín. Él quería irse. Estaba mal mirar a su hija de esa manera, peor lo atraía como una sirena. No veía a su hija. Veía a una mujer que estaba muy buena acariciarse las tetas.

Vio como ella metía una mano por debajo de la blusa y se acariciaba una de las tetas. Vio como se lamía los labios, resecos. Se estaba pellizcando el pezón.

La vista de Valentín iba de la cara de vicio de Diana, a sus tetas, y a sus braguitas. Desde esa distancia no podía asegurarlo, pero creyó notar que había una mancha de humedad en las bragas. Entonces su hija, su amada hija, llevó la otra mano a sus bragas y las metió por dentro.

Valentín no pudo más. Se acarició la polla sobre el pantalón. Diana se estaba masturbando delante de él. Adivinada los movimientos de los dedos de ella por el movimiento reflejado en la braga. Hasta él llegaban los gemidos de placer de ella. Su cuerpo se movía. Su cara, tan maquillada…tan…tan..oh dios mío! tan bonita, era una cara de puro placer. Miró esos labios rojos e imaginó…

-«No, esto no está bien» – se dijo . «Es mi hija»

Se iba a marchar cuando notó que Diana se convulsionaba sobre el sofá. Su cuerpo se tensó y su espalda se arqueó. Valentín miraba como su niña buena se corría delante de él. No pudo apartar la mirada de aquella atrayente criatura que gozaba en el sofá.

Diana se había corrido pensando en que su padre se acercaba a ella y que se la follaba ahí mismo. Siempre había tenido esos sentimientos hacia él. Lo deseaba con locura, pero la vieja Diana no podía hacer nada. Pero esa Diana ya no existía. La nueva Diana haría todo lo posible para conseguir a su padre. Sabía que lo lograría. Ningún hombre se le había resistido nunca.

Abrió los ojos y ya no disimuló más. Miró a su padre fijamente a los ojos. Valentín se quedó petrificado. Lo había descubierto. Diana sonrió y le mandó un beso con sus rojos labios. Valentín, avergonzado, se fue. Con la polla dura como una roca, se fue. Volvió a entrar en su cuarto. Su mujer seguía con su letanía. Se encerró en el baño interior. Se sacó la polla y se empezó a hacer una paja. Una paja pensando en su hija. No se la podía quitar de la cabeza. Bastaron 10 segundos para llenar el lavamanos con su caliente semen.

Se miró al espejo y sintió asco de si mismo. Pero..el no tenía la culpa. Era culpa de Diana. Ella lo había embrujado, seguro. Su mujer tenía razón. Estaba poseída.

No!. El no era como su mujer. Sabía que su hijo no estaba poseída. Y sabía que sentía una atracción muy fuerte hacia ella. Tendría que tener mucha fuerza de voluntad para no caer.

El resto del día evitó verla. Su mujer no salía de su cuarto. Después de cenar se fue al salón, mientras Diana se iba a duchar. Cuando salió de la ducha se puso uno de los pijamas de siempre, largo, recatado, decente. Se quitó el maquillaje, y fue al salón.

Cuando Valentín la vio, su corazón dio un vuelco de alegría. Era su Diana, la de siempre. Su niña buena.

-Buenas noches, papá. Me voy a dormir.

Se acercó y le dio dos besos, uno en cada mejilla, como siempre, y se marchó.

-«Todo ha sido un mal sueño»- pensó – «Nada de esto a pasado. Todo es como siempre»

Se sintió aliviado, feliz. Al rato, como muchas veces antes de irse a dormir, fue a darle las buenas noches a su tesoro. Muchas veces iba a su cuarto y la arropaba, dándole el último beso en la frente. Sintió le necesidad de hacerlo. Así todo quedaría olvidado.

Tocó la puerta.

-¿Sí?

-Diana, soy papá. Vengo a arroparte

-Pasa papi.

La luz estaba apagada. Seguramente su ángel ya estaba durmiendo y él la había despertado.

-¿Estabas dormida?

-No, te esperaba. Sabía que ibas a venir.

Ella encendió la luz. Valentín buscó a su Diana, pero no estaba. La Diana de la cama tenía otra vez los labios pintados de rojo, los ojos pintados de negro y no llevaba el pijama. Tenía un pequeño sujetador que apenas podía contener sus tetas y unas minúsculas bragas a juego. Eran el regalo del profe de historia.

Valentín miró aquella bomba sexual que lo miraba pícaramente desde la cama.

-¿No me arropas, papi?

-Diana..yo….

-¿Por qué te fuiste antes? ¿No te gustó ver como me hacía una pajita? Me la hice para ti.

Otra vez se puso rojo.

-Ummm, te has puesto colorado…No será que te tocabas la polla mientras me mirabas?

-N..No..

-¿Seguro?

-Sí…Diana..

-No te creo.. ¿Quieres que me haga otra pajita ahora, contigo tan cerca?

Valentín no contestó. Sólo miró como Diana abrió sus piernas y se acarició el coño sobre las bragas.

-Ummmm tengo el coñito mojado…de pensar en ti…Cuando me tocaba el coñito antes deseabas que te acercaras y me follaras, que me clavases tu polla en donde quisieras. En mi boca, en mi coño, en mi culito…

-Diana… por el amor de dios..No me hagas esto.

Diana metió su mano bajo la braga y se acarició la mojada rajita..

-Ummmm ¿El qué? ¿Que no te haga el qué?..agggg

-Esto..soy tu padre. No está bien…Un padre no debería mirar a su hija..así.

-Pues tu polla si quiere mirarme. Mira cómo la tienes.

-Tócame papi..acaríciame…

-No! No puedo hacer eso..

-Aggggggg eres….tonto..sé que lo deseas..y yo lo deseo….Siempre te he deseado..

Diana apartó un poco la braga con la mano.

-¿Ves como tengo el coñito, todo mojado? Está mojado por ti….Papi…fóllame.

-Diana..no puedo tocarte..no puedo..

-Ahhhhhhhhhh pues…pues..no me toques…sólo mírame…

Miró como se metía dos dedos en aquel coño tan tentador. Los sacó mojados y se los ofreció.

-¿Quieres probar el sabor de mi coño? Todos dicen que está riquísimo.

La miró escandalizado. ¿Todos? ¿Quiénes son esos todos?

-Bueno, si no quieres.. para mi..Ummmmmm

Ver a su ‘niña buena’ chuparse los mojados dedos que hace un momento estaban enterrados en su coño casi lo hace correr en sus pantalones. Diana vio en sus ojos que su padre luchaba consigo mismo. Decidió darle un empujoncito más.

-Sácate la polla. Déjame ver que guardas…

-Estás loca? Jamás.

-Aggg, venga papito. No tienes que tocarme. Sólo déjame verla…una vez..por favor…

De pequeña Diana ponía ojillos y le decía a su padre ‘por favor’ y siempre conseguía lo que quería. Y esta vez fue igual. Valentín no podía creer que se estuviera sacando la polla para enseñársela a su hija. Pero lo hizo. La dejó suelta, dando saltitos de excitación. La punta estaba brillante…

-Ummmm papi…que polla más bonita tienes..Es..enorme…Si lo hubiese sabido antes no hubiese esperado tanto..Fóllame…

-No Diana, no.

-Joooooo papito…Puedes hacerme lo que quieras. Lo que sea. ¿No quieres que te le chupe? ¿ O prefieres follarme el culito?

Todo hombre tiene un límite. Y Valentín no pudo más. Sería su hija, pero en esos momentos se comportaba como una auténtica zorra. Y como a una zorra la iba a tratar. Se acercó a ella y la agarró por el pelo, con fuerza, con la mano izquierda. Con la derecha cogió su polla y la acercó a su cara, empezando una furiosa paja!

-Eres una zorra, Diana. Una auténtica zorra. Vas a saber lo que es bueno.

Diana estaba feliz. Había triunfado. Sin dejar de acariciar su coño miraba a su padre, que apretaba su puño, haciéndole un poco de daño en el pelo, y sobre todo miraba a su polla, frente a su cara.

Su padre se tensó. Sabía lo que eso significaba. Con una sonrisa en los labios cerró los ojos.

-Córrete en la cara de la putita de tu niña.

No era la primera vez que se corrían en su cara, pero era la primera vez que su padre lo hacía. Y fue una corrida espectacular. No la vio, pero la sintió. Sintió como su cara se iba calentado gracias a los cálidos chorros de semen que su padre le tiraba en la cara. Quedó cubierta, desde la frente a la barbilla. Se corrió cuando un potente chorro se estrelló en su lengua, notando su sabor.

La leche de su padre le goteaba sobre las tetas. Él la miraba, jadeando, aún agarrándola del pelo. La miró. Aquella…aquella puta se lo merecía. Por zorra.. Ella sacó su lengua y la pasó alrededor de la boca, por sus rojos labios, recogiendo la leche, mirándolo, sonriente.

-Ummmm que rica la leche de papi.

Pero..aquella no era una puta, era .era su niña buena. ¿Qué había hecho? Estaba horrorizado.

-Dios mío..¿Qué he hecho? Dios mío…

Salió corriendo, sin mirar atrás, arrepentido. Si hubiese mirado, habría visto como Diana recogía el semen de la cara con sus dedos y se lo llevaba a la boca, relamiéndose.

Parte 2

Valentín se acostó en su cama. Su mujer ya había dejado de rezar y dormía. Él no podía dormir.

Sentía unos enormes remordimientos por lo que acababa de hacerle a su hija. No entendía como él, un hombre decente, había podido hacerle eso a una mujer, y encima a su propia hija. Pero..lo había provocado. Con aquel comportamiento, con aquel cuerpo que invitaba al pecado. Sus…lindas… braguitas. Sus pechos atrapados en aquel minúsculo sujetador. Su preciosa cara que lo miraba con descaro. Había sido ella la que lo provocó. Pero no volvería a pasar jamás. Hablaría con ella. La obligaría a ser la niña buena que era.

Cerró los ojos, pero lo único que vio la cara de su hija, sonriendo, toda llena de su semen. ¿Cómo se atrevió a hacer ese acto? Él, que con su mujer el sexo era recatado, cuando lo había. Y cada vez lo había menos. Sin embargo, había cogido a su hija por el pelo y se había corrido en su cara. Y le gustó. La trató como a la zorra que era. Cuando se dio cuenta, tenía la polla otra vez dura. Y era por culpa de..de ella. De esa putita en que se había convertido su hija. Él no tenía la culpa. Ella lo provocaba. Necesitaba una lección.

Se levantó y se dirigió al cuarto de su hija. Entró sin llamar, cerró la puerta y encendió la luz. Diana abrió los ojos, entornándolos para acostumbrarse a la repentina claridad.

-¿Qué quieres papi?

Valentín no dijo nada. se acercó a la cama de su hija y arrancó las sábanas. Volvió a admirar aquel cuerpo. La miró a los ojos, inyectados de deseo, pero lo que vio en los ojos de ella era…terror.

-¿Pero qué haces, papá? ¿Estás loco? ¿No ves que soy tu hija?

Se quedó congelado. De repente comprendió lo que había estado a punto de hacer. La abominación que iba a cometer. Se sintió mareado, asqueado.

-Oh…mi niña…lo..siento..no sé que me pasó.

Ella lo miraba con el miedo reflejado en la cara. Se tapó como pudo con las manos. Valentín se volvió a disculpar y se dio la vuelta para irse. Cuando iba a abrir la puerta, su niñita lo llamó con su dulce voz de siempre.

-Papi…

El se dio la vuelta.

-Dime mi a….

Diana tenía las piernas abiertas. Su mirada ya no era de terror. Era la mirada de…de zorra!

-Papi, me encantó tu lechita. Te fuiste tan rápido que no viste como me la tomé toda. No me he lavado la cara, así que seguro que todavía huelo a tu leche.

Valentín estaba confundido. ¿Qué pasaba? De repente, Diana se empezó a reír

-Jajajajaja, papito. Tenías que haberte visto la cara que pusiste cuando entraste en la habitación! jajajaja y de la ahora también es muy graciosa. ¿Que ibas a hacerme? ¿A pegarme o…..a follarme?

Valentín sintió que la sangre le hervía en las venas. Aquella descarda se estaba riendo de él. Jugaba con él. No se lo iba a permitir. Se abalanzó sobre ella y la obligó a darse la vuelta. Ella seguía riendo. Se reía de él. Era una zorra! Ahora sabría lo que se les hacía a las zorras como ella. Con su mano abierta, golpeó aquellas nalgas, apenas cubiertas por las pequeñas braguitas. Su culo quedó rojo, con su mano marcada.

Pero ella no lloró. Siguió riéndose.

-Jajaja! Papi! ¿Así te sientes hombre? ¿Pegando a una mujer? Eres patético! jajajaja

Valentín tenía la mano levantada para volver a darle otro azote. Pero se detuvo. Si su hija era una zorra, pues la trataría como a tal. Con sus fuertes manos rompió y arrancó las bragas, tirándolas hacia la pared. Ante él quedó aquel precioso culo. Era redondito. Se quedó mirándolo, respirando agitadamente. La polla le estallaba dentro del pijama. Diana dobló la cabeza para mirarlo.

-¿Por qué me miras el culo si no sabes lo que hacer con él?

-Eres una zorra Diana. Ahora vas a ver lo que le hago yo al culo de una zorra.

Se bajó los pantalones y su polla dura saltó. Diana la miró, con lujuria. Le gustaba la polla de su padre, pero jugó un poco más con él. Cerró sus piernas.

-Huy…que miedo, papi…¿Es que me vas a follar?

Valentín fue a abrir las piernas de su hija, pero ella hizo fuerza y las mantuvo cerradas.

-Abre las piernas, puta!

-¿Es que no sabes abrirlas tú?

Lo volvió a intentar, pero ella volvió a hacer fuerza y a reírse. Entonces le dio otra nalgada con la mano abierta

-Te he dicho que abras las piernas!

-Jajajaja. NO!

Levantó la mano para golpear por tercera vez, pero Diana abrió las piernas, mirándolo a los ojos. Levantó un poco su tentador culito.

-Ya están abiertas. ¿Y ahora qué?

Valentín miró. Aquel era el culo más bonito que había visto en su vida. Vio el oscuro agujerito y más abajo el principio de la rajita del coño de su hija. Su pecho subía y bajaba al ritmo de su agitada respiración.

-¿Es que sólo sabes mirar? – le dijo Diana, desafiante.

¿Mirar? Ahora iba a saber aquella putita lo que era bueno. Apoyó la punta de su polla en el ojete y de un sólo empujón se la clavó hasta el fondo. Se hizo daño, pero por el grito de su hija más daño le hizo a ella.

La cogió por el pelo y la hizo mirarlo.

-Ahora vas a saber lo que es bueno, perra! Si te comportas como una zorra te voy a tratar como a una zorra.

Empezó a encularla con fuerza, metiendo y sacando su dura polla del culito de su ‘niña buena’. Ella lo miraba con los ojos entornados. En sus ojos no vio miedo, sólo placer, lujuria. Diana se mordía el labio inferior con fuerza. La dura polla de su padre le dolía, pero la estaba matando de gusto. Su coño chorreaba. Sus pezones le dolían de lo duro que los tenía.

-¿Esto era lo que querías? Que te diera por el culo como a una sucia perra?

-Agggggggggggggg Sí. si, siiiiiiiiii soy tu perra….fóllame como a una perra…

El dolor dejó paso al puro placer. Por primera vez en su vida, Diana se corría mientras su padre se la follaba. Sintió todo su cuerpo tensarse, sus manos se cerraron con fuerza, aferrándose a las sábanas, y los espasmos de su culito apretaban la dura polla que seguía atravesándola.

-Pero mira que eres zorra, Diana. Te estás corriendo como una guarra mientras de doy por el culo…

-Agggggggggggg sí..papi…síiiiii

-Pues te lo voy a llenar de leche para que te acuerdes toda la noche de lo puta que eres!

Valentín todavía sentía los espasmos del ojete de Diana cuando empezó a correrse, llenándole el culito a la niña buena. Con cada chorro caliente que lanzaba daba un fuerte empujón, enterrando la polla hasta el fondo. Hasta cinco fuertes llamaradas le envió al fondo del cálido culito. Y durante todo ese tiempo, Diana se corría.

Luego, le sacó la polla, dura, brillante, llena de su semen.

-Ahora límpiame la polla, zorra!

La mirada de Diana era de amor. Con delicadeza se metió la polla de su padre en la boca la chupó, la lamió, hasta dejarla bien limpita. Su mirada ya no era la mirada de una puta. Era la mirada de su niña buena. Sólo que su niña buena tenía su polla en la boca.

-Papi..ya tienes la polla limpita.

-Así me gusta. A partir de ahora ya sabes quien manda en casa. Y si no te gusta, te largas.

Se levantó , se subió el pantalón y se marchó.

Diana se quedó en la cama. Hasta ahora, ella siempre había mandado sobre los hombres. Los manejaba a su antojo. Los tenía comiendo en su mano, consiguiendo de ellos lo que quería. Eran tan…previsibles, tan simples. Bastaba una caída de párpados, una sonrisita y se derretían a sus pies. Bastaba abrirse de piernas, dejarse follar dos minutos y ya tenía un diez en el examen. Bastaba arrodillarse delante del profesor de turno, poner cara de niña buena y sonreír mientras le llenaban la boca o la cara de leche, para no tener que hacer ningún trabajo.

Ya ahora, por fin encontraba a uno que la trataba como lo que era, como a una perra. Su padre. El culo de ardía. Se la había follado a lo bestia y le había encantado. Se sintió dominada. Por primera vez estaba en manos de un hombre que había sabido ponerla en su sitio. Se acurrucó y se durmió.

Valentín también se durmió. Le había dejado bien claro a su hija quien mandaba en casa.

El domingo amaneció un día radiante. La madre de Diana se había levantado temprano y se había marchado a misa. Valentín se levantó y se dio una rápida duchita. Cuando salió de la habitación, se encontró con Diana en la cocina. Tenía puesto un pijama normal, decentito, y estaba tomándose un vaso de leche con galletas.

-Buenos días papi.

-¿Qué haces vestida así?

Diana lo miró extrañada. Creyó que le gustaría verla como vestía antes.

-Pues…creí que te gustaría que me vistiera..así.

-Vas vestida como una chica decente, y eres una zorrita. Así que ahora mismo te vistes como la zorrita que eres o sabrás lo que es bueno. Yo te diré cuando y donde puedes vestirte como una chica decente. ¿Entendido?

-Si papi.

Diana salió corriendo a su cuarto. El coñito se le había mojado de golpe. Su lado sumiso estaba aflorando. Se puso una faldita corta, muy corta, una blusa blanca anudada por delante, dejando su ombligo al descubierto, sin sujetador. Y pintó los carnosos labios de un rojo intenso. Se miró al espejo.

-Sí que parezco una auténtica zorra – se dijo.

Volvió a la cocina. Su padre la miró de arriba a abajo. Los pezones se le marcaban como dos tiesos pitones.

-Así está mejor. Ahora pareces lo que eres.

-Gracias papi.

-¿Qué estabas haciendo?

-Me tomaba un vaso de leche con galletas?

-¿Leche con galletas? Las galletas no sé, pero la leche que te tomabas no es la adecuada.

-¿No? ¿Y cual es la adecuada?

-Ven aquí

Se plantó delante de su padre. La miraba de una manera que la encendía. Estaba muy cachonda.

Valentín miraba a aquella preciosa mujer, su preciosa hija, pintada como una buscona. Vestida como una puta. Se sentía atraído como si ella fuera una sirena, pero no se dejaría embaucar por su canto. El que mandaba era él.

-Ponte de rodillas.

-Si papi.

-Creo que ya sabes en donde está la leche que a partir de ahora tienes que tomar, ¿verdad?

-Creo que sí.

-Pues venga. Tómatela.

Mirándolo a los ojos le bajó el pantalón de pijama. El calzoncillo no podía disimular el enorme bulto que formaba la polla. Cuando lo bajó, saltó como un resorte. No cabía duda de que su padre tenía una buena polla, y seguro que la tonta de su madre no la disfrutaba. Pero ella sí que la iba a disfrutar.

Puso sus rojos labios en forma de corazón y le dio un besito en al punta de la polla. Sacó la lengua y la lamió. Estaba saladita. Del ojo ciego de la punta manaba un liquido transparente que recogió con su lengua antes de saborearlo.

Sin usar las manos y sin perder el contacto visual, se fue metiendo la polla en la boca. Valentín miraba extasiado como aquellos rojos labios se iban tragando su polla. Cuando tres cuartas partes estaban dentro de la caliente boca, Diana se paró.

-¿Por qué paras?

-Es que no me cabe más – le respondió sacándosela.

-¿Cómo? Una buena puta se tiene que tragar toda la polla que le den. ¿Tú eres una buena puta?

Un chorrito de flujo mojó sus braguitas. Le encantaba que su padre la llamara puta, que la tratase como a una sucia perra. Y ella iba a ser para su padre la mejor puta, así que se volvió a meter la polla en la boca. Despacito, la llevó al punto en que ninguna otra de las tantas pollas que había mamado había llegado.

Su padre la cogió por la cabeza y la atrajo hacia el. Cuando la punta de la polla rozó el fondo de la garganta de Diana, tuvo arcadas y se la sacó de la boca.

-Serás zorra!

La agrarró por la cabeza y se la volvió a meter. Esta vez la sujetó fuerte para que no quitara la cabeza. Tuvo una nueva arcada, pero la polla no se movió. Valentín la sacó un poco, paga que se le pasase la arcada. De los preciosos ojos de Diana caían dos lágrimas debido al reflejo. Y salivaba mucho, hasta el punto de que la saliva bajaba por la polla hasta los huevos de su padre y goteaba en el suelo.

-Vamos otra vez, zorrita.

Empujó su cabeza, haciéndola tragar la polla. Esta vez la metió un poco más que antes, y volvieron las arcadas.

-Aguanta…

Mantuvo la polla unos segundos y la sacó. Diana cogió aire. Sus ojos estaban llenos de lágrimas y de su boca colgaban hilillos de espesa saliva, pero en su cara había una sonrisa.

-Bien, bien, perrita. Ahora te la vas a tragar toda.

Se le empezó a meter y cuando llegó al punto en donde se producían las arcadas, siguió metiendo, metiendo, hasta que toda la polla desapareció dentro de la boca. La nariz de Diana tocaba el pubis de su padre. Y sentía toda la polla en la boca, en la garganta. No podía respirar, pero estaba feliz. A los pocos segundos, su padre liberó la presión de la cabeza y la polla salió suavemente.

-¿Ves papi? Soy una buena puta. Me he tragado toda tu polla.

Lo decía con orgullo, feliz. Jamás pensó que se pudiera tragar una polla así.

-Muy bien, putita. Muy bien. A ver como lo haces.

Valentín quitó sus manos. Quería ver como ella lo hacía sola. Vio como abría su boca y la llevaba hacia la polla. Como entraba. Como cerraba sus labios, a los que casi no les quedaba ya carmín, alrededor de su dura barra y como se la empezaba a tragar.

Cuando notó la llegada de la arcada luchó por evitarla y siguió metiéndose la polla hasta que nuevamente su nariz chocó contra su padre. Lo miró con sus preciosos ojos.

-Agggggggg que rico, Diana….que bien..mamas…

Vencida la sensación de vómito, Diana empezó a moverse delante y atrás, haciendo que la polla entrara y saliera de su boca. A veces sólo se la metía hasta la mitad y chupaba, lamiendo con la lengua. Otras veces se la tragaba toda y la mantenía unos segundos en el fondo de su garganta.

-Ummm, así me gusta….así se mama una polla. Vas a ser una buena putita para papá.

Diana no recordaba haber estado tan cachonda en su vida. El placer de estar siendo usada por su padre era inmenso, como inmenso era el placer que estaba sintiendo Valentín al estar follándose a su preciosa hija por la boca. Literalmente follándole la boca.

Sintió que se iba a correr. Agarró con sus manos la cabeza de Diana y empezó a moverse, dentro, fuera, a fondo, de la boquita de su niña.

-Agggggggg me voy…a …correr…trágatelo…todooooooooo

Con la polla alojada en el fondo de la garganta, se empezó a correr. Los primeros chorros caían directamente en el esófago de Diana, que los sentía bajar, calientes. Diana cerró sus ojos y se corrió, sin tocarse. Se corrió del placer al ser utilizada por su padre de aquella manera tan salvaje. Con cada chorro de leche que lanzaba garganta abajo, Valentín daba un empujón. Los dos últimos chorros se los echó en la boca, sacando la polla de la garganta, para que saboreara su rica leche.

Cuando le sacó la polla de la boca, completamente llena de saliva, ella seguía con los ojos cerrado. Los dos respiraban agitados. Los dos recuperándose de sus fuertes orgasmos.

Diana abrió los ojos y miró a su padre.

-¿Lo he hecho bien?

-Lo has hecho muy bien

Diana sonrió, feliz.

Parte 3

Valentín hizo levantar a Diana. La miró. Se comportaba como una zorrita, sí, pero era su hija, era una mujer, y preciosa. Se acercó y la besó en la boca. Sintió el cuerpo de ella temblar. Aquel beso de su padre fue el mejor beso que había recibido en su vida.

-Diana, en casa serás mi putita, y vestirás como tal. Pero cuando salgas a la calle, a no ser que yo te diga lo contrario, vestirás como antes y te comportarás decentemente, entendido?

-Pero..

-No hay peros. O haces lo que yo te diga o ya sabes en donde tienes la puerta.

-Vale papá

-Y si te digo que hagas algo, lo haces sin rechistar.

-Sí.

-Bien. Ahora puedes terminar de desayunar.

-jeje, ya no tengo hambre, estoy llena

-Jajajaja

La miró a los ojos.

-Quítate las bragas.

Diana lo hizo inmediatamente. El corazón le empezó a latir. Le dio las bragas a su padre, que se las llevó a la nariz y las olió. La polla se le puso dura. Olían a coño. La mesa de la cocina era da patas fuertes.

-Acuéstate sobre la mesa. Quiero inspeccionar mis pertenencias.

Diana quitó las cosas que había sobre la mesa y luego se subió en ella, con el culo cerca del borde. Apoyó los codos en la mesa. Valentín cogió una silla y se sentó entre las piernas y las abrió con sus manos. Ahora veía el coño de Diana en todo su esplendor.

-Tienes mucho pelo en el coño.

-¿No te gusta así?

-El de tu madre es así, aunque no lo cato. Quiero que el coño de mi zorrita sea un coño de zorrita, así que te lo afeitaré.

-Vale papi.

A pesar de ser un chocho peladito, era precioso. Diana estaba muy cachonda, así que los labios vaginales estaban hinchados y rojos, muy mojados. Una gotita de flujo salía de la vagina. Valentín acercó su boca, sacó la lengua y le dio un lametón a lo largo de toda la rajita. Diana se arqueó sobre la mesa, gimiendo de placer.

A Valentín le encantó el sabor del coño de su hija. Era el primer coñito que probaba, y le pareció riquísimo. Su mujer era demasiado santurrona como para realizar esos actos depravados. El sexo sólo es para procrear, le solía decir cada vez que él se ponía tierno. Pues ahora se iba a resarcir con la putita de su hija.

Acercó dos dedos y se los metió al en el coño, a fondo. Diana volvió a gemir.

-¿Cuántas pollas te has metido?

-Uf..papi…agggggg no ..lo sé…muchas…

-Zorra! Pues eso se ha acabado. Sólo te voy a follar yo y quien yo diga, cuando yo diga. Si me entero que andas por ahí follando con otro, ya, sabes, a la puta calle con lo puesto, ¿Entendido?

-Si….Agggggggggggggggg

-¿Por qué gimes?

-Es que…ummmmmm me estás dando mucho placer con tus dedos….

-¿A sí?

-Si…mucho papi…

Aquel coñito rezumaba líquidos, que caían por la rajita, mojando el ojete y luego la mesa. Sin sacar los dos dedos del coño, Valentín metió otros dos en el culito de Diana.

-¿Te vas a correr?

-Agggggggggggg si..si….me correré papi…

-Ni se te ocurra. No te he dado permiso para correrte todavía.

-Pero papi….aggggggggggg

Se la folló con los dedos más fuerte, más rápido. Diana luchaba por no correrse, pero el tener prohibido hacerlo hacía que su placer aumentara más. Valentín también estaba muy caliente, mucho. También deseaba correrse y liberar toda la tensión, pero tenía que darle una lección a aquella putita. Así que de repente, cuando Diana estaba a punto de correrse, sacó sus dedos del culito y del coño y se levantó.

Diana lo miró sin saber qué pasaba. Estaba a punto de correrse. Necesitaba correrse, así que llevó sus manos a su coñito, pero su padre la detuvo antes de llegar.

-Te he dicho que no tienes permiso para correrte todavía.

-Pero papi..por favor…lo necesito..

-Si tanto necesitas correrte, lárgate a la calle y que te folle el primero que pase, pero no vuelvas.

Diana lo miró con una expresión asombrada. ¿Era ese su padre? Antes era tan…tan normal, y ahora se había convertido en ..su amo, su señor. La tenía completamente a su merced.

Valentín se levantó y le tiró las bragas a la cara.

-Póntelas. Me voy a ver un rato la tele. Ni se te ocurra tocarte.

-No papi..

Diana se fijó en que su padre tenía la polla dura, formando un gran bulto en su pantalón. ¿Por qué no se la follaba? ¿Por qué la hacía sufrir así?

Estuvo un gran rato sobre la mesa de la cocina. El coño le ardía. Si se tocaba un poquito, sólo un poquito, seguro que se corría. Pero a lo mejor él se enteraba. Así que fue al salón con su padre.

-¿Puedo estar contigo, papi?

-Claro, mi amor, claro que sí.

Diana se sentó junto a su padre y se apoyó en su hombro. Él le pasó el brazo por encima, tiernamente y se pusieron a ver la tele.

Pero ella no dejaba de mirar el bulto de la polla de su padre. La seguía teniendo dura. Sólo tenía que alargar la mano y cojeársela, sacarla del pantalón y chupársela. Con cuidado lo hizo..llevó su mano y tocó la polla sobre el pijama.

-¿Qué haces?

-Te acaricio…

-¿Te he dicho yo que me toques?

-N..no..

-Pues estate quieta.

Retiró la mano. Mientras más la trataba así, más cachonda se ponía. Y Valentín también hacía lo posible por aguantar. Notaba que de la punta de su polla empezaba a salir líquido pre seminal. A lo mejor mandaba la lección al carajo y se la follaba bien follada. Pero no. Sólo un poco más.

Valentín bajo su mano, acariciando la espalada de Diana, hasta llegar a su lindo culito. Lo acarició un poco sobre las braguitas y luego metió una mano por dentro. Pasó un dedo por la caliente rajita que separabas las nalgas, y cuando pasó sobre el ojete, metió el dedo, despacito, hasta donde pudo. Ella gimió de placer.

Siguieron viendo la tele un rato, Diana con el dedo de su padre dentro. Su coñito no dejaba de rezumar. Tenía miedo de frotarse los muslos y que él se diera cuenta. Como a los cinco minutos, Valentín empezó a follarla con el dedo. Entraba y salía muy suavemente. Diana procuraba no gemir…pero se le escapaba algún que otro suspiro. Cuando su padre le metió un segundo dedo estuvo a punto de correrse.

-Agggggggg

-No te corras, eh?

-Ummm.no..papi..no me correré…pero….es que me gusta tanto….

-Bueno, por si las moscas…

Y le sacó los dedos del culito, dejándola otra vez al borde del orgasmo.

-Nooooooo sigue..sique papiiii

-¿Qué?

-Nada….perdona. – le respondió mordiéndose el labio inferior

Valentín sonreía. Le encantaba el poder que tenía sobre ella. Pasaron otros cinco minutos sin hacer nada más. Pasado ese tiempo, volvió a follarle el culito con dos dedos. Sabía que si seguía así ella se correría sin poder evitarlo. Y él ahora si que necesitaba correrse.

-Bueno, zorrita, ahora creo que te voy a follar. Ponte acostada de espaldas en el sofá, quítate las bragas y abre bien las piernas.

Cuando Diana estaba colocada, Valentín la miró. Su cara era de puro deseo. Su respiración agitada. Las pupilas dilatadas. Necesitaba ser follada ya, o se correría sin tocarse. Vio como su padre se quitaba los pantalones, apareciendo otra vez aquella preciosa polla. Se arrodilló en el sofá, entre sus piernas. La mirada de Diana era anhelante, suplicante.

-Así me gusta, zorrita. Te voy a clavar la polla en ese coño peludo que tienes, pero no te correrás hasta que te lo diga, entendido?

-No papi..no me correré.

Valentín se acercó, se subió sobre su hija, apoyándose sobre un brazo. Con la otra mano, dirigió su polla a la entrada del coño de Diana, y de un sólo estacazo se la clavó hasta el fondo. Casi se corre de gusto.

Diana no pudo aguantar. Al sentir aquel pollazo se corrió. Se le pusieron los ojos en blanco. Luchó por no gritar, por no gemir, porque su padre no se diera cuenta de que estaba teniendo el mayor orgasmo de su vida. Todo su cuerpo estaba tenso, recorrido por fuertes espasmos que hacían que su coño se contrajera alrededor de la polla de su padre.

-¿No te estarás corriendo, verdad puta?

-Ahhhhhhhh aggggg no..no…nooooooooo aggggggggggggg

-Eso espero.

El sabía perfectamente que Diana se estaba corriendo. Veía su cuerpo estremecerse, pero hizo como si no se diera cuenta. Se la empezó a meter y sacar bien fuerte, bien a fondo, haciendo que el orgasmo de Diana no terminase.

Valentín no iba a aguantar mucho sin correrse él también…Aquel coñito tan caliente, tan mojadito y tan apretadito lo estaba volviendo loco.

-Bueno, putita, ya te puedes correr

-Agggggggggggggg papiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

Diana se dejó ir. Empezó a tener orgasmo tras orgasmo, uno seguido tras otro. Nunca en su vida había gozado tanto. Su padre, su amado padre, sabía cómo tratarla, como la perra que era, como la hembra que era.

-Ahora papi se va a correr en tu coñito..¿Quieres que papi se corra?

-Aggg si papi…siiiiii

Valentín creyó que su cerebro se escapaba por su polla. Se empezó a correr a calientes y espesos borbotones, que lanzaba con fuerza en el fondo del coño de Diana, que los recibió en medio de su último orgasmo.

Cuando todo terminó, Valentín se quedó sobre su hija, que tenía los ojos cerrados. La besó en la boca. Ella abrió la suya y recibió su lengua.

-Eres una niña buena. Tienes a papi muy contento.

Ella lo miró con los ojos brillantes. Le encantaba ser la niña de papi. La zorra de papi. La puta de papi.

Valentín se sentó en el sofá. La polla medio dura ya estaba llena de su semen y el flujo de Diana.

-Límpiame la polla.

-Ummmm, si papi.

Se la metió en la boca y se la lamió toda, dejándola en perfecto estado de revista. Gracias a su boquita, la polla se puso otra vez dura, pero Valentín se la quitó de la boca.

-Ya está, putita. Así se limpia una polla. Ahora vamos a afeitar ese lindo coñito que tienes. Espérame en la cocina, que estaremos más cómodos.

Mientras se dirigían a la cocina, Diana notó como la leche de su padre le empezaba a escurrirse por sus muslos. Llevó una mano y se limpió. Luego se lamió la mano. Valentín fue al baño y cogió todo lo necesario. Cuando entró en la cocina, Diana ya estaba sobre la mesa, bien abierta de piernas. Mirándolo bien, aquel coño de negro vello no estaba tan mal. Pero no, había que afeitarlo. Se sentó otra vez entre las piernas de su hija.

Miró el coñito. Estaba muy mojado y un líquido blancuzco y semilíquido le salía. Era su leche mezclada con los jugos de Diana.

-Tienes el coño chorreando, guarra.

-Lo siento papi

Valentín cogió una toalla que había traído y le secó aquel encharcado coñito. A pesar de que la toalla era rasposa, a Diana le encantó el roce.

-Ummmm.

-Ábrete el coño

Diana llevó sus manos a los labios de su coñito y los abrió. El líquido que seguía manando ahora era transparente, todo flujo vaginal. Valentín acerco su cara, sacó la lengua y empezó a comerle el coñito a Diana. Metió su lengua en la vagina, a fondo, clavando su nariz sobre el clítoris. Diana gimió y se arqueó sobre la mesa.

-Aggggggggggggg papiiiiiiiii que…rico…¿Puedo…agggg correrme?

-No.

Pero siguió lamiéndola, chupándola. Toda su boca sabía a coño. Le encantaba aquel coñito. Su olor, su sabor…

-Ummm papi…por favor….no puedo..más….deja que me corra…

-Aún no, putita. Aún no.

Dejó de lamerla. Diana estaba a punto de correrse, y él lo sabía. Cogió las tijeras que había traído y empezó a recortar el vello púbico, dejándolo lo más pequeño posible. Miró a Diana, que tenía los ojos cerrados y una expresión de placer en el rostro.

Su padre no sólo cortaba el pelo. También le rozaba el coñito mientras lo hacía. Y lo hacía a posta. De vez en cuando se acercaba y le daba un lametón en plena rajita, llevándola al borde del orgasmo. Tenía el cuerpo en tensión. Por un lado, luchando por no correrse, y por otro, deseando dejarse ir y gozar.

Cuando Valentín estuvo satisfecho del corte de vello, dejó las tejieras y agitó el bote de espuma de afeitar. Luego se echó una buena cantidad en la mano, para después extendérsela sobre el pubis y las ingles a su hija.

-Agggggggg..papi….me correré….

-Si te corres tendré que castigarte.

La polla de Valentín estaba otra vez dura como una barra de hierro. Someter así a su preciosa putita lo excitaba sobremanera.

-Agárrate las piernas pasando las manos bajo las rodillas, para que se te abran bien

En esa postura, el culito de Diana quedaba más a la vista. Valentín se levantó y se acercó. La polla quedaba justo a la altura del culito, así que sólo tuvo que apoyar la punta de la polla contra el agujerito y empujar. La crema y los jugos de Diana hicieron que la polla resbalase dentro del culito como si fuera de mantequilla.

Diana se corrió, otra vez sin permiso. Tenía los ojos cerrados, no respiraba, pero los espasmos de su culito la delataban.

-¿No te estarás corriendo?

No contestó. No podía. Estaba poniendo todas sus fuerzas en que su corrida no se notara. Valentín la miraba, divertido. Iba a hacer de aquella zorrita lo que quisiese.

Cuando el orgasmo terminó, Diana pudo abrir los ojos y respirar. Su pecho subía y bajaba el ritmo de la agitada respiración.

-Te has corrido, puta.

-No papi…no…

-¿Te crees que soy tonto?

-Lo siento…no he podido evitarlo….lo siento.

-Te dije que te castigaría si te corrías…

-Perdóname.

Valentín alargó sus manos y las llevó a las tetas de Diana. Las apretó fuerte, pero sin llegar a hacerle daño. Los pezones se endurecieron aún más, y ella volvió a gemir. Tenía el culito lleno de polla y le agarraba las tetas. Si no paraba se correría otra vez.

-Bueno, por esta vez pase. Pero a la próxima te vas a enterar, zorra.

-Gracias…papi..gracias…

-Ahora terminemos con tu coño.

Sin sacarle la polla del culo cogió una maquinilla de afeitar y empezó a rasurarla. El coñito le iba quedando limpito, suave…precioso. Mientras la afeitaba la follaba por el culo suavemente, manteniéndola cachonda perdida.

-Te está quedando el coñito precioso.

-Ummmmm ¿Te gusta mi coñito papi?

-Mucho….

Cuando terminó, con la toalla quitó los restos de jabón. Después cogió un bote de aceite para niños y se la echó en el pubis, para que no se irritara. Echó más aceite de la necesaria, y con los dedos la esparcía. Con la mano llena de aceite empezó a acariciar la rajita del coño. Juntó los 4 dedos de la mano, menos el pulgar, y se los metió en el coño. Gracias al aceite y a los jugos de ella, entraron hasta los nudillos.

-Agggggggggggggg

-Ya puedes correrte cuando quieres, zorra.

Se le empezó a follar por el culo con grandes pollazos, y por el coño con los dedos. Diana se empezó a correr, con un orgasmo tras otro, seguidos.

-Papiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

En la cocina se oían los gritos de placer de Diana y el ruido de sus cuerpos al chocar. Valentín no pudo aguantar mucho y se corrió en lo más profundo del culito de su niña. Cuando acabó de correrse, le sacó la polla del culo y los dedos del coño. Diana estaba sobre la mesa, como desmayada. Los ojos cerrados, el cuerpo flojo.

-Papi tiene la polla sucia.

Ella enseguida se arrodilló delante de él y se metió la polla en la boca, hasta dejarla bien limpia. Lo mirara a los ojos, con una mezcla de placer y de amor.

-Eso es putita mía. Ahora ponte un pijama normal, que tu madre debe de estar a punto de llegar.

-Que se joda mi ..

No terminó la frase al recibir un bofetón de su padre. Se llevó las manos a la cara. Le quemaba la mejilla.

-Un respeto para tu madre. Es mi mujer, y te dio el ser. No tiene la culpa de ser como es, así la educaron, ¿Entendido?

-Si papi.

-Bien.

Su padre tenía razón. Era su madre. Y en el fondo la quería. La odiaba por la vida asfixiante que la había obligado a vivir, pero también la quería. Ahora podría vivir su vida como quisiera, como su padre la dejara, sin tener seguir las normas de su madre. Eso no significaba que pudiera humillarla porque sí.

-Esta noche saldremos tu y yo a dar una vuelta. Quiero presumir de mi nueva puta.

Acerca de abe21abe21
Escritor aficionado

11 Responses to La niña buena (partes 1, 2 y 3)

  1. Fercho says:

    Super exitante

  2. Carlita says:

    mmm así papi, llename el culito bien duro, asi bien sucio sacame la caquita aaaaahhhh

  3. Anónimo says:

    Estoy toda mojada.. me voy a hacer una paja.

  4. Oye realmente megusto me ice una paja mientras lo leia says:

    Oye realmente megusto mexsito tanto q meice una paja mientras leia asde estar muy biena chiquita

  5. Anónimo says:

    Tengo una hijastra, de 16 años que esta divina y todos los días vivo un infierno porque quiero follarmela y no me atrevo

  6. j says:

    q rika estar te quiero follar mejor q tu papa asi q mandam tu num.

  7. Anónimo says:

    La verdad no estoy de acuerdo con que sea tu papa el que te falle. Por ser su hija pero de verdad me justo mucho y me puse muy cachonda se me mojo el cono. Espero tu 4 y 5 y 6 publicacion…

  8. dome.lady ;) says:

    ummm abe, hace tiempo que no leia esta serie de relatos, que rico… me corri como una guarra, no será que lo soy?? ummm dimelo tu 😉

  9. eva says:

    as leido algunaves a megachof estoy segura de que tu eres el indicado para continuar esos relatos inconclusos piensalo

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