Renacimiento

Erotismo y amorUn hombre joven hace que una madure mujer renazca

A sus 46 años, Eva llevaba una vida monótona. La pasión del amor hacía tiempo que había desaparecido de su vida. Su matrimonio le resultaba insulso, pero es lo que hay.

Había sido una mujer muy bella, pero el tiempo y la falta de motivos para cuidarse, habían hecho que su cuerpo se resintiera. A los pocos años de casarse, su marido cambió. Era cariñoso, sí, pero la pasión desapareció. El sexo, antes maravilloso, se fue haciendo cada vez más y más escaso, hasta desaparecer. Y sin pasión, sin nadie a quien atraer, se marchitó. Engordó un poco. No cuidaba mucho su aspecto. Todo le daba igual.

Vivía en una gran ciudad, en un bonito edificio. Su círculo de amigas estaban todas en la misma situación. Sus matrimonios eran aburridos, sin chispa. Cuando de vez en cuando se reunían varios matrimonios, al final acababan los hombres por una parte y las mujeres por otra. Ellos, hablando de fútbol ( y cuando ellas no los oían, de mujeres, aunque ellas lo sabían, claro). Y ellas de cosas sin transcendencia. Chismes.

Su hijo ya se había ido de casa a estudiar fuera. Y ahora, lo único que le quedaba para luchar se fue. Sólo le quedaba salir con sus amigas, unas amargadas como ella, la casa…y poco más.

Por las noches, en su cama, mientras su marido roncaba a su lado, Eva recordaba tiempos pasados, tiempos mejores. Se dormía con tristeza en su corazón.

Su piso estaba en el sexto. Un día, bajando a ver a sus amigas, el ascensor se paró en el tercero y entro un joven. Tendría 22 o 23 años. No era guapo, pero sí atractivo. Su cuerpo era musculoso. Más alto que ella.

-Buenos días, señora.

-Buenos días.

Por el portero se enteró de que era el hijo de unos nuevos vecinos del tercero A. Se acababan de mudar. Resultó que coincidían bastante en el ascensor. Él siempre la saludaba, muy amable.

Una de las veces, creyó notar que él la miraba. Pero no podía ser. Cómo iba a mirarla aquel joven. Podría ser su madre. Y estaba gorda. Sería su imaginación.

Días después. cuando volvieron a coincidir, volvió a notar sus miradas. Esta vez ella lo miró. Él apartó la mirada. Ahora estaba segura de que el muchacho la miraba. Se sintió extraña. Pero se sintió..bien.

Esa noche, acostada al lado del ronqueante marido, empezó a recordar la mirada del aquel joven. No podía entender como era que la miraba a ella, que no valía nada. Empezó a fantasear…Su imaginación voló. Imaginó que la miraba porque le gustaba. Se imaginó en sus musculosos brazos.

Con los ojos cerrados se imaginaba que la atrapaba contra la pared del ascensor y la besaba con pasión. De repente, se dio cuenta de que estaba excitada. Su sexo estaba húmedo. Hacía mucho, mucho tiempo que no se sentía así. Llevó sus dedos entre sus piernas..se tocó. Gimió…Procuró no hacer ruido para no despertar a la marmota de su marido.

Metió su mano por debajo de sus bragas y se empezó, lentamente, a masturbar. A pesar de los años que hacía que no se tocaba, recordaba cómo hacerlo. Hacía tiempo que no tenía motivos para hacerlo. Ahora los tenía.

Cuando el orgasmo atravesó su cuerpo, tuvo que apretar su cara contra la almohada para no gritar. Sintió un inmenso placer, ya casi olvidado. Volvió a sentir sus jugos en sus dedos. Volvió a sentir como le faltaba el aire en los pulmones. Volvió a sentir todo su cuerpo tensarse para luego quedar relajada.

Esa noche durmió muy a gusto.

Por la mañana, recién levantada se miró al espejo. Cuando vio su imagen reflejada se echó a llorar. Recordó lo de la noche pasada y se llamó estúpida. Como había llegado siquiera a imaginar lo que imaginó! Ningún joven se sentiría jamás atraído por ella. Se vio gorda, fea. Inútil. Pero no lo era. Sólo necesitaba cuidarse un poco, arreglarse.

Se adecentó lo que pudo. A la hora de siempre se fue a ver a sus amigas. Y cuando el ascensor se paró en el tercero y el joven entró, ella miró al suelo. Sintió vergüenza y a sus mejillas enrojecieron.

-Buenos días, señora.

-Buenos días.

-Hoy hace un buen día, no le parece?

-Sí.

Antes de llegar a la cafetería en donde solía quedar con sus amigas, pasó por delante de un salón de belleza. Iba a pasar de largo, como siempre, pero se dio la vuelta y entró.

Se arregló el pelo. Se hizo la manicura y una limpieza de cutis. La maquillaron. Cuando al final se miró al espejo, su corazón se aceleró. Parecía otra mujer. Seguía estando gordita, por supuesto. Pero ya no parecía descuidada. Se gustó a sí misma. Salió del salón con una sonrisa en los labios.

Cuando entró en la cafetería, sus amigas se quedaron con la boca abierta.

-Eva!!! Pero..joder chica. Estás preciosa. ¿Tienes una boda o qué?

-No. Simplemente he decido empezar a cuidarme. No para los demás. Para mí.

-No será que tienes un pretendiente, pillina?

-Pues no. No tengo ningún pretendiente.

Al medio día, cuando su marido llegó de trabajar ni se fijó en ella. Internamente, lo mandó a la mierda. Estúpido imbécil.

Cuando al día siguiente cogió el ascensor, su corazón le latía con fuerza. El ascensor se pararía en el tercero y el joven subiría. Y vería el cambio que ella había dado. Un cambio debido a él…Pero el ascensor no paró. Se sintió muy desilusionada.

Pasó, como casi siempre, la mañana con sus amigas. Al volver a casa, recordó que le faltaban algunas cosas del super, así que fue a comprar. Cogió más cosas de lo que esperaba, y las bolsas pesaban bastante. Con dificultad, se fue para casa. A medio camino de su edificio, alguien le habló.

-¿Puedo ayudarla?

Se giró. Era él. Casi le da un pasmo.

-¿Cómo?

-Que si puedo ayudarla con las bolsas.

-Ah..oh…gra..gracias

Cogió tres bolsa y ella una.

-Eres muy amable.

-No hay de que.

Se dirigieron a su casa. Al entrar en el ascensor, el chico le preguntó el piso.

-El sexto.

El pulsó el botón. No pulso el tercero.

-Oh, dios mío – pensó Eva – me va a acompañar a casa.

El amable joven efectivamente la acompaño y le dejó las bolsas en la cocina. Eva estaba muy nerviosa. Casi le temblaban las manos.

-Muchas gracias …..

-Paco

-Muchas gracias, Paco. Has sido muy amable.

-Es lo menos que podía hacer por una vecina en apuros.

Aquellos lindos ojos clavados en ella la derretían.

-¿Quieres tomar algo? café, un refresco – «a mi» -pensó.

-Un refresco, gracias, señora.

Señora!!! Claro. Para él era sólo una señora. Una vecina a la que echar amablemente una mano.

-¿Cómo se llana vd?

-Eva.

-Bonito nombre….para una bonita mujer.

Eva estuvo a un tris de desmayarse.

-Eres muy amable, Paco.

Él se tomó el refresco. La miraba. Ella no aguantaba su mirada. Oía su propio corazón latir.

-Tengo que irme, Eva. Muchas gracias por el refresco.

Cuando cogió el vaso que él le daba y sus manos se tocaron, sintió como una corriente eléctrica que la atravesaba.

Lo acompaño a la puerta.

-Adiós Paco. Gracias por todo.

-Hasta luego, Eva.

La miró fijamente a los ojos. Bajó por las escaleras. Cuando Eva cerró la puerta, todo su cuerpo temblaba. Se sintió nuevamente excitada. Muy excitada. Casi notaba la humedad de su sexo correrle por los muslos. Allí, de pie, apoyada en la puerta principal de la casa, se masturbó. Esta vez no tuvo que reprimir el grito. Cuando le llegó el orgasmo liberador, gritó. Sus piernas le flaquearon y quedó sentada en el piso. Se rió como una niña.

Pero de repente se quedó parada. ¿Y si todo eran cosas de su imaginación? ¿Y si Paco sólo era un vecino amable?. Pero él dijo que era bonita…

Estaba hecha un lío. Se levantó y fue a preparar la comida. Su marido no tardaría en llegar.

Esa noche, le costó dormir. Le daba vueltas a la cabeza…»una bonita mujer» le dijo él. Y la miraba. Él la miraba…Cansada, se durmió.

Cuando al día siguiente se subió al ascensor, deseaba con todo su corazón que se detuviera en el tercero. Lo hizo.

-Buenos días, Eva.

-Buenos días, Paco.

Se había vestido para él. Se había peinado para él. Se había perfumado para él.

-Hoy estás muy guapa.

-Eres muy amable, Paco – le dijo, ruborizándose un poco.

-Cuando necesites que te eche una mano, no dudes en llamarme. Será un placer para mí.

-Lo tendré en cuenta.

Le sonrió. Esta vez le aguantó la mirada. Si el ascensor no hubiese llegado al piso bajo, algo podría haber pasado.

Se despidieron. Cuando se alejaba, sintió la mirada de él clavada en su cuerpo.

Con sus amigas estaba como ida. Su cabeza estaba en otro sitio. Por eso se fue antes de lo habitual. Se marchó a su casa. Se puso a ver la tele un rato.

Sonó el timbre de la puerta. Sería el cartero. Abrió la puerta y se quedó sin respiración. Era él.

-Ho..Hola Paco.

-Hola Eva.

-¿Deseas algo?

-Sí. A ti.

-Paco…no …no puede ser…

Él entró en la casa, cerrando la puerta. Eva estaba paralizada. No le salían las palabras. Cuando reaccionó, Paco estaba a su lado. Él acercó una mano y le acarició la mejilla.

-Desde que te vi por primera vez en el ascensor no dejo de pensar en ti, Eva.

Eva intentó hablar, pero Paco le puso el dedo en los labios. Acercó su boca y la besó, suavemente. Eva cerró los ojos. Aquellos labios le quemaban. Abrió los ojos lentamente. Los ojos de él la miraban. La volvió a besar, esta vez con más fuerza, con más pasión. Si no la hubiese abrazado, se habría caído al suelo. Temblaba ligeramente.

-¿Por qué tiemblas? ¿Me tienes miedo?

-No…no te tengo miedo…

-¿Entonces?

Ahora fue ella quien lo beso. Sus bocas se encontraron y sus labios se entreabrieron, dejando paso a sus lenguas. Las manos de él recorrieron su cuerpo, acariciándolo. Su espalda..y su culo. Las manos de él lo acariciaban. La apretaban contra él. Y entonces notó contra ella la dureza de su miembro.

La empezó a desnudar. Le quitó el vestido, que cayó al suelo. Cuando Eva se sintió desnuda delante de él sintió vergüenza.

-No me mires..mi cuerpo..no…es….bonito.

-Eva, para mi eres preciosa.

-¿Lo dices de verdad?

-Estoy aquí, no?

Ella lo tomó de la mano y lo llevó al dormitorio. Una vez allí, lo desnudó. Su cuerpo sí que era bonito. Musculoso, varonil. Su miembro la fascinó. Paco la abrazó y cayeron en la cama. Se besaron, entrelazando sus cuerpos. Las manos acariciándose, el uno al otro. Eva las sintió en sus pechos. Los dedos atraparon sus duros pezones. Llevó sus manos entre las piernas de Paco. Lo acarició. Lo tomó en su mano. Palpitaba. Nunca había estado tan excitada en su vida. Tanto, que bastó sólo una caricia en su sexo por parte de Paco para que estallara en un fuerte orgasmo.

Quedó rota sobre la cama. Respirado agitadamente. Los ojos cerrados. Su cuerpo con espasmos. Cuando se calmó y abrió los ojos, aquel maravilloso joven la miraba, sonriendo.

-Estabas muy excitada.

-Era por ti….te deseaba desde hace días.

-Y yo a ti. Pero hasta hoy no me atreví. Temí que me rechazaras.

La besó. Ella lo besó.

-Eva, dese hacerte el amor

-Y yo…que me ames..Hace mucho tiempo que nadie me ama.

La penetró lentamente, con dulzura. Eva cerró los ojos al sentir al sentir la placentera invasión. Sentirse otra vez llena, después de tanto tiempo hizo que un par de lágrimas cayeran por sus mejillas. El placer que su amante le daba era exquisito…

-Ummmm cómo te siento…Paco…..sigue…no …pares.

Él no paró. Lo que empezó como una suave y lenta penetración se fue convirtiendo en una profunda y arrebatadora experiencia. Otro orgasmo se fue formando en su cuerpo. Eva supo que este orgasmo iba a ser muy, muy fuerte. Su cuerpo se fue tensando, tensando, tensando hasta que todos los músculos de su cuerpo se agarrotaron por el placer. Se llenó de espasmos. Su vagina se contrajo y se relajó una y otra vez, haciendo que Paco también alcanzara su propio orgasmo, provocando que Eva sintiera en lo más profundo de su ser una serie de hirvientes descargas que alargaron su placer.

Los dos quedaron agotados, abrazados. Se acariciaban con suavidad.

-Gracias, Paco.

-¿Por qué?

-Por hacerme renacer como mujer.

FIN

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One Response to Renacimiento

  1. Anonim@ says:

    Cero y van… mmm creo 4… y todos muy buenos… jajajaja, ya me quede clavada contigo, hasta no terminar de leerte, no viviré en paz.

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